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El rechazo a la coalición con Podemos une a todo el PSOE

La firmeza de Sánchez frente al partido de Iglesias logra el consenso de los más próximos al presidente, los barones territoriales y quienes apoyaron a Susana Díaz

El PSOE recupera en su relación actual con Podemos, de alguna manera, algunos de los argumentos que ya dificultaron enormemente el camino de Pedro Sánchez hacia La Moncloa en diciembre de 2015. Quienes batallaron contra Sánchez por impedir que negociara entonces con Podemos se ven ahora reconfortados. Decir no a la formación de Pablo Iglesias siempre ha tenido buena acogida en el PSOE. Una actitud largamente consolidada en la historia del PSOE ha sido la de no reconocer nada a su izquierda, salvo fuerza mayor.

El comité federal, máximo órgano del PSOE, vetó a finales de 2015 iniciar los contactos con Podemos si no renunciaba a la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. A Sánchez se le prohibió incluso hablar con ellos. La condición era “innegociable”. Ahora, el líder del PSOE, y ganador de las elecciones el pasado mes de abril, no tiene esos problemas en su partido donde se le reconoce y se apoya su actitud. Incluso quienes por su apoyo a Susana Díaz en la disputa por el liderazgo fueron apartados de listas electorales, con escasas excepciones. Ahora Sánchez, alude a “las discrepancias de fondo en asuntos de Estado” para rechazar la persistente demanda de Pablo Iglesias de formar un Gobierno de coalición. Cierto es que la pétrea negativa a compartir mesa de Consejo de Ministros con ministros de Podemos no lo sería tanto si ambas formaciones sumaran 176 votos en el Congreso.

Esa mayoría daría a Iglesias una extraordinaria fuerza para pedir ese Gobierno codo con codo, aunque las discrepancias y los resquemores se mantuvieran, sobre todo, en relación a la crisis secesionista en Cataluña y a sus consecuencias penales.

Pero no es así. A esa mayoría le falta 11 escaños y un sí a Iglesias significa una bicefalia en el Consejo de Ministros que en el PSOE, de norte a sur y este a oeste, se considera del todo inconveniente. En esto, plena coincidencia con su secretario general. “Necesitamos también a Esquerra. En unos pocos meses se vería en el Gobierno una situación explosiva, con un riesgo de bicefalia, muy difícil de manejar”, explica un alcalde que tiene entre sus socios de Gobierno a la versión municipal de Unidas Podemos.

“Nuestra hegemonía en la izquierda y como partido de Gobierno se puso a prueba. Pero la superamos”, sentencia un dirigente territorial sobre la animadversión que tras las elecciones de 2015 Iglesias mostró con Sánchez en la búsqueda del sorpasso y tras forzar otra consulta con las urnas. Las razones que implican tamaña coincidencia en un partido como el PSOE, muy plural, cuyas federaciones territoriales gozan de una amplia autonomía y donde chirría el pensamiento único, son múltiples.

La bilis de Podemos

Los ejemplos que ponen todos los cuadros consultados, desde alcaldes a presidentes autonómicos y miembros del Consejo de Ministros, sobre “la bilis” que les causaba Podemos, como dice uno de los pesos pesados de la ejecutiva del PSOE, son abundantes. Desde cuando culpó a Felipe González y por extensión al partido de tener las manos manchadas de cal viva a cuando exigió ser vicepresidente y los ministerios de Economía, Defensa, Interior, Educación, Sanidad, RTVE, el CNI y los Servicios Sociales en un Gobierno de coalición presidido por Sánchez.

La estrategia del líder del PSOE con Podemos se aprovecha también de que un buen puñado de los barones socialistas están concentrados en sus asuntos domésticos. Muchos gobiernos autónomos todavía no se han cerrado, con el consumo de energía que supone. Y entre los que ya hay se ha posicionado con Sánchez sin fisuras. Hay presidentes autonómicos en funciones, como Javier Lambán (Aragón), al que Podemos también le pide entrar en el Gobierno. En Asturias se mantiene el desencuentro entre los socialistas de Adrián Barbón y Podemos.

Pero es en La Rioja, donde el PP ha gobernado los últimos 24 años, donde se halla el caso que más indigna en el universo PSOE. Podemos pide tres consejerías de ocho. Los socialistas ganaron las elecciones con 15 escaños, a dos de la mayoría absoluta. El pacto parecía hecho tras firmarlo el PSOE con los dos diputados de Unidas Podemos. La ruptura entre Podemos e IU obliga ahora a un acuerdo por separado.

En Ferraz tampoco entienden cómo la ejecutiva de Iglesias no tiene capacidad para mediar y desbloquear la situación. “En Castilla-La Mancha también teníamos la legislatura pasada una proporción de 15 diputados a dos. Al final entraron en el Gobierno a mitad de legislatura después de tumbarnos los presupuestos por sorpresa… Pueden ser muy complicados”, explican en el entorno del presidente Emiliano García-Page. Podemos pasó de tener un vicepresidente a quedarse fuera de las Cortes regionales.

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